jueves, 14 de octubre de 2004

Elogio a La Zafiro: La Reina de la Noche

He comenzado nuevamente mi rutina de caminata, desde mi oficina al centro de la ciudad capital. Dicho recorrido me lleva desde la colonia Alameda, hasta el Parque Finlay, atravezando las proximidades del Distrito Hotelero "Plaza San Martín".

Me desplazaba yo anoche, de lo más tranquilito, alegre y pispireto (como siempre), cuando al acercarme a las inmediaciones de la susodicha plaza, divisé a la lejanía (Aculumbré, en buen castellano) un conjunto de Travestis que estaban ya ,a esas tempranas horas de la noche, convenientemente instaladas y dispuestas en sus lugares de turno, muy regias , todas ellas, con sus vestidazos ,tacones, pelucas, maquillajes y accesorios,bastante bien combinados, a la espera de sus clientes habituales de todas las noches.

Adelante mío iba una pareja heterosexual de quien no oí ningún comentario más que :"¡Puchica!, Estas de verdad parecen mujeres..." y sin más opiniones peyorativas prosiguieron su camino, al igual que yo. La verdad el espéctaculo, ya no asusta a nadie.

Más adelante de la esquina del Honduras Maya, veo que se dirige hacia mí, en los límites de mi reducido campo visual nocturno, uno de los Travestis que a mi parecer, es de los que más pega de mujer. Venía moviéndose(contoneándose, mejor dicho) con la frente muy en alto, lo que resaltaba sus interesantes facciones andrógenas, lo mismo que un maquillaje impecable, al compás del taraleo de una pegajosa canción de ritmo tropical, que no pude identificar.

Me pasó de lado, muy digna, ignorándome olímpicamente con su taraleo, su performance de femme fatale, un par de tetas y una silueta que serían la envidia de cualquier mujer de verdad.

Proseguí unos pocos pasos, cuando de un matorral, entre el puente San San Rafael y el Hotel Excelsior, oigo un grito con voz estridentemente ofensiva: "¡Zafiro!...¡Zafi, Zafi, amiga,amiguita, esperame!", otro travesti que se apresuró a alcanzarla mientras se subía las bragas después de hacer del número uno, en el lugar antes mencionado.

"Así que ésta es la Zafiro"-Pensé para mis adentros-. Lejos de la ABSOLUTA Y CATEGÓRICA pérdida del glamour, al fin podía darle un nombre, a la conocida imagen que frecuentaba la esquina del Honduras Maya.

A la Zafiro la recuerdo de mis tiempos de Docencia, cuando en una matrícula en la UPN, éramos compañeros de Pedagogía General (si mal no recuerdo) y andaba vestida de hombre. Aunque con el pelo largo en un look muy ochentero, no se miraba ni la décima parte de lo bien que se mira vestida de mujer. Supongo que la calle, paga mejor de la docencia.

Otro recuerdo que tengo de la Zafiro, fue el de una noche que chocamos el carro de un amigo, saliendo de la disco Electrónica y pudimos ver como fue salvajemente golpeada por un "cliente", que intentaba tomarla por la fuerza . La vida de los travestis definitivamente es todo, menos fácil.

La Comunidad Gay de Honduras, en lugar de marginar y rechazar a los travestis, debería estar agradecida con ellas, por que pese a las burlas e insultos de las que son objeto habitualemente, tienen la fortaleza interior y la presencia de ánimo de pelear y dar la cara por su sitio (y por nuestro sitio) en la sociedad, así y tal como son.

Como dijo la Agrado, en Todo Sobre mi Madre: "Cuesta mucho ser Auténtica Señora, y más en estas cosas...porque...Una es más Auténtica, en cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma". Ellas son Auténticas.

Pese a que la amiguita le había estropeado el esquétch, la Zafiro se volteó sonriente, esperó a su colega, y las dos se fueron juntas, cuchicheando algo que ya no pude oir, agarradas de la mano por la cuesta San Rafael, con rumbo a la esquina del Honduras Maya.

1 comentario:

J♠ dijo...

Es cierto que la vida de travesti es difícil, no lo digo de primera mano, ojo, aunque pareciera que le señalaras como una especie de trabajador sexual, que, al igual que el resto de las putas no disfruta tener sexo con alguien quien no elijan, por más que se reserven el derecho de admisión (virtualmente hablando) sin embargo creo que es una historia radicalmente diferente a la de la Puta Roja, ya que señalas que es una persona sufrida - específicamente una anécdota con un cliente, mientras que en la mía, la triste puta goza un imperio siendo sufrida y marginal... De ningún modo se les puede comparar. Y como símbolo de fortaleza sería genial, pero por favor no hables de comunidad gay en américa latina, por que cada quien jala por su lado.