sábado, 8 de octubre de 2005

Bloody Birthday

Al cabo de tres semanas de terapia y grandes cantidades de Altruline y Tafil, un poco más repuesto de la impresión de que la Xoppa quepa en una XS Benneton (...Piénsenlo, una XS BENNETON,ella, con sus 1.83 m de altura cabe en una camiseta XS de Benneton, es que no hay forma, no hallo paz desde el día que presencié eso, trato y trato de olvidar y no puedo....ARGHHHH!!!!!!....vuelvo en un instante, voy por una Tafil...)

(300 mg de Lexotán más tarde...)

Ahora si...ya más entonado, puedo dedicarme a narrar -en forma de denuncia judicial- los violentos hechos acaecidos el día de mi cumpleaños, en la sede nicaragüense de toda la homosexualidad: Tabú.

La noche del viernes treinta de septiembre del presente año, en las vísperas de la celebración de mi natalicio, me dirigía en mi vólido veloz junto con mis ad-laters nicaragënses, María Fernanda, Waldina y la Mana con rumbo al antro conocido como Tabú, al cual ingresamos alrededor de las 22:20 horas.

Mis susodichos acompañantes procedieron a alcoholizarse de mala manera, mientras yo (que estoy a dieta -y más esbelto y aerobizado que nunca-) procedía a divertirme tomando fotos a diestra y siniestra en el putódromo antes mencionado, cuando un desconocido comenzó a molestar mediante gestos y palabras obsenas (por no mencionar los intentos de tocamientos inapropiados) a dos de mis acompoñantes: Nanda y Waldi. Al tener éstos un amplio récord de escándalos en el lugar, y tratando de evitar un nuevo incidente que ampliase la reputación de bochincheros de mis amiguetes, me dispusé a entrometerme entre el individuo en cuestión y los agraviados, antes de que éstos montaran en cólera y le destriparan una botella de cerveza al tipo en la cabeza, como la última vez.

Mis intentos por alejarlos tuvieron éxito, sin embargo y a pesar de haber avisado con anticipación y suma educación que se retirase, el individuo en cuestión y de identidad desconocida, puso su mano en una de mis generosas nalgas: la derecha, motivo que suscitó el que se me subiera la sangre a la cabeza y que me pusiera yo más rojilla que de costumbre, acto seguido, apliqué la misma llave Nelson con la que obligué a la Leobarda a que se sentara en protesta sobre el masivo miembro de Christian Daniel en aquel famoso ménage à trois que dió tanto y tan bueno de que hablar(pero esa es otra historia, ya me hicieron efecto las lexotán, en fin...) con un resultado similar: el tipo inmovilizado y sometido a los designios de mis caprichosos deseos.

(En ese momento me sentí como una especie de Super Mana: defensora de las mujeres violadas, ultrajas ,vitipendiadas y prostituidas a huevo)

Afortunadamente para él, la solícita seguridad del lugar procedió a retirarlo rapidamente del sitio, para el conveniente disfrute de los clientes del lugar, por lo que el resto de la velada discurrió en paz.

Conste en acta, no se metan conmigo (a menos que yo les de permiso)

(F y S)

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