Desde que Anne Rice inundó al mundo con su mundo Nosferati desde finales de 1980´s y principios de 1990´s se engendró en las entrañas de la sociedad una subcultura completamente inédita hasta el momento, que trascendería y evolucionaría hasta llegar a los góticos de nuestros días. En aquel entonces los nicknames como "Lestat", "Armand" -etc-, cundían en los salones de Chat (particularmente en las salas homosexuales) . Incluso hoy en día, uno que otro dinosaurio anacrónico, naufrago de la cuarta dimensión que quedó extrañamente fijo e inmutable en su paradigma de la época de la "Generación X", puede verse navegar en algún chatroom popular.
Yo en lo personal no leí ningún libro de la serie hasta que un compañero de curso me regaló su ejemplar de "Entrevista con el Vampiro", durante nuestra permanencia en un curso en España en el 2002. Siempre lo consideré muy Best Seller como para leerlo.
Cuando me sacudí el prejuicio inicial, me sorprendió de entre la obra los pensamientos expresados por la autora por medio de la depresión crónica y la sensación de hastío insalvable incorporados al personaje de Louis.
Un Vampiro (encima homosexual y egodistónico) que busca incansable pero infructuosamente, un compañero de viaje a lo largo de la eternidad.
El resultado de la búsqueda termina ser un pozo inagotable de decepción, frustración y soledad eternas.
El mito del Vampiro, con su maldición intrínseca (la vida eterna, en eterna soledad afectiva) podrían ser un aparente consuelo ante las exigencias de una sociedad donde lo "joven" y "nuevo" resultan ser inequívocos sinónimos de "bueno", y -mea culpa- aquí no voy a ser yo el que lance la primera piedra.
Pero-he aquí la vil falacia que yace en el alma del modelito cosmológico de turno-las cosas generalmente no son, por lógicas que parezcan- como las pintan los autores de las mismas. "Joven" y "nuevo" no necesariamente son sinónimos de bueno, pero tampoco necesariamente antónimos.
La vida eterna, por otro lado, no debería ser tan aburrida como la pinta Louis.
Una vez más , desgraciadamente las cosas son como las percibimos, aunque eso implique muchas veces que seamos perfectamente capaces de fabricarnos un pequeño infierno en medio de un campo de delicados pastos.
Por otro lado, se me hace interesante (por llamarlo de alguna sarcástica manera que haga juego con lo patológico de la situación que describiré:) que muchas personas creen encontrar la eternidad por medio de la aterradora capacidad de tener una vida sin cambios: año tras año el mismo trabajo, los mismos amigos, los mismos hobbies, la misma comida, los mismos lugares,los mismos síntomas, los mismos amantes...Como la alegoría del personaje de Claudia en la Novela de Rice.
Una vida estática e inmutable puede dar la sensación de eternidad, pero una vez más es una ilusión que sólo puede ser descubierta si se ve desde el afuera.
¿Somos capaces de vernos desde afuera para enfrentar la Maldición del Vampiro?