domingo, 10 de abril de 2005

Conservas en su Jugo

Algunas cosas han ocurrido después de mi última entrega. Aparte de la muerte de SS, el Papa juan Pablo II, de la de Rainero de Mónaco (Qué mala suerte tener dos funerales de Estado en un mismo mes!!!) o la boda del Príncipe Carlos y Camila, la más importante es que comencé a salir regularmente con JC.

La semana pasada tuvimos una salida con sus amigos. Y eso nos lleva al asunto que deseo relatar en esta ocasión.

En la sobremesa de aquella ocasión se comenzó a hablar de lo habitual, la loca vestida de turno, los últimos chismes del salón de la otra, etc, etc...mismas nimiedades, diferente lugar.

Trascurridos pocos minutos en los que me estaba cansando de fingir que me divertía, decidí ponerle un poco de salsa a la conversación y hablar de temas Tabú (por excelencia tres: sexo , política y religión; escogí el tercero)

Con sumo placer descubrí los rostros de estupefacción e incredulidad (podría deecirse que de censura) de aquel grupo al manifestarme agnóstico. Acto seguido, y sin más preámbulo, se inició la labor de convencimiento, para tratar de conducir a la Oveja Descarriada (yo) a que regresara a la seguridad gregaria, propia del rebaño (ja ja ja ja ja ja ja! -sólo de acordarme me provoca una sesión de bótox, para evitar arrugarme de la risa-)

Por que una cosa es la sana intención que una persona pueda tener de interesarse por el progreso espiritual de otro ser humano y otro muy aparte el de tratar de persuadirlo utilizando los más absurdos y abyectos argumentos sacados de la baja Edad Media, haciendo gala de una completa carencia de recursos precisos de discusión, salvo al FE.

Y ahí es donde la cosa, en lugar de mejorar, empeora, porque el problema es que, para este tipod e gente tan conservadora, los argumentos de la discusión deben enfocarse dentro de los dogmas de SU FE, si soy de otra fé diferente de la suya, salado -como dicen aquí, entiéndase: te jodiste- por que entonces cualquier alegato carece de validez ante sus ojos (no comparés a Yahvé con Alláh).

Hay que agregar que la gente así, por lo general no sabe en qué cree (o cree unicamente en lo que le conviene, lo que me confunde por que no sé cuál de las dos cosas es peor).

Seguidamente que trataron de convencerme en base a sus experiencias de vida (como que yo no tuviera MIS experiencias propias que me hayan conducido a pensar de la manera que actualmente lo hago, o , tratando de desacreditar mis criterios,subestimando el valor de mi vida y mis experiencias:" miga Nene...no segá que vos has leido mucho y estás confundido?"
-No segá que vos has leido muy poco y sos ignogante?") pasaron a escandalizarse de que yo pudiera manifestar,abiertamente y ante un público, que no creo en su dios.

Bueno, podemos cuestionar la validez de la Teoría de Super Cuerdas u otras especulaciones sobre lo que hubo antes del Big Bang, sobre las que la ciencia aún no encuentra una explicación satisfactoria. Pero refutar hechos cuya evidencia científica ha sido ratificada en reiteradísimas ocasiones(como que Dios no creo al mundo en siete días), haciendo gala y ostentación de una capacidad de desinformación casi infinita, es un hecho verdaderamente lamentable y digno de una gritada de precio amplia y satisfactoria, sobre todo viniendo de personas que se dicen gays y profesionales.

A mi en lo personal, me cabe muy dificilmente en la cabeza que existan homosexuales que todavía creen en pajaritops preñados y santos que orinan. La Ultraderecha, señores, nunca nos ha dado una buena acogida, o por lo menos si lo ha hecho, no lo ha reconocido en público.

La velada, efectivamente, terminó con la estela de sangre y destrucción que siempre me ha caracterizado, por lo demás a la salsa quiza se le pasó un poco el picante, nunca he tolerado las conservas en su jugo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para mi, tu artículo se resume en una frase interesante: "Mis experiencias personales". Al final somos hombres libres sexual, política y religiosamente. Creer o no creer no es una cuestión cultural, de falta o carencia de ella, la incultura es no comprender y respetar la ideología de cada persona.|